A pesar de que los idiomas son sistemas lingüísticos en constante evolución, debido a la necesidad de adaptarse a los tiempos que corren y al uso que hacen los hablantes, no se puede negar la importancia de los orígenes de la lengua y cómo se formó en primera instancia. La etimología tiene como objetivo analizar el origen de las palabras, cómo se formaron y qué conceptos y significados pretenden abordar.
Indudablemente, la relación entre lenguas, especialmente las que cohabitan en espacios colindantes, es decisiva para la formación y deformación de los idiomas, entendiendo esa «deformación» como una separación de los significados originales. A partir de la lingüística se hace un estudio pormenorizado de cómo se incorporan las palabras a un idioma en concreto, y cuáles son sus diferentes formas con el paso de los años. Evidentemente, hoy en día no se habla igual que hace siglos, y es que tanto la grafía como la pronunciación van variando como respuesta a las normas predominantes en cada época, o teniendo en cuenta las costumbres de sus hablantes.
Idiomas y el origen de las palabras
Aunque existe cierta tendencia a olvidar esta parte del lengua, conocer la etimología es de gran utilidad en el proceso de traducción. Independientemente del ámbito al que se adscriba el trabajo en cuestión, un dominio del origen de las palabras permitirá tener una perspectiva mayor de los contenidos del texto. En el caso del castellano, desde su creación a partir del latín tiene un fuerte influjo de este idioma, que aunque hoy se considera una lengua muerta entonces era la más importante. De ella beben la mayoría de idiomas del entorno del castellano (francés, portugués, italiano, catalán, etc.), por lo que el paso del tiempo no ha supuesto una ruptura total con esos orígenes, ya que la influencia de esas otras lenguas que se han adaptado de una forma distinta hacen volver a esas raíces latinas.
El castellano es una lengua romance que deriva del latín, pero eso no implica que no beba de otras fuentes: el árabe, el griego o el inglés son otros idiomas que aportan palabras que hemos hecho nuestras, y que a ojos de los hablantes menos experimentados no cuentan con diferencias respecto a términos de otros orígenes. Sin duda, conocer la etimología de las palabras es un plus de cara conocer mejor su significado y ortografía, especialmente para aquellas personas que manejan varios idiomas, como es el caso de los traductores. Además, los profesionales de la lengua también debemos contar con un conocimiento de la cultura asociada, para lo cual es de indudable valor entender cómo se han ido moldeando las sociedades en base a la manera de expresarse verbalmente. Es ese aprendizaje consciente de lo que simboliza una palabra lo que convierte la etimología en una rama lingüística tan relevante en el ámbito de la traducción.